Existe una dirección en Londres bastante paradójica: es una de las más célebres del mundo, aunque pertenezca a la ficción. Y aunque pertenece a la ficción, existe sin embargo en el mundo real, en el Londres de nuestros días. El 221B de Baker Street, la residencia del inmortal investigador Sherlock Holmes, merece nuestra visita.
Arthur Conan Doyle creó un personaje involvidable, pero nunca tuvo demasiado cariño por este producto de su imaginación. Se sentía un escritor de más altos vuelos, y experimentaba algo de desprecio por el género detectivesco, pese a fueron precisamente sus esfuerzos en este campo los que lo habían hecho rico. Intentó matar a Holmes – en rigor, llegó a matarlo - pero la presión de los indignados lectores, y las tentadores ofertas de los editores, por qué no decirlo - lo obligó a elaborar una rebuscada resurrección para su personaje.
La dirección donde Holmes vivía fue también una mera invención: no existía tal número en la Baker Street victoriana, cuya numeración iba del 1 al 85. Una renumeración posterior le asignó los números 215-229 al edificio de la Abbey Road Building Society, y así, la dirección de ficción cobró vida. Se dice que casi inmediatamente comenzaron a recibir cartas dirigidas a Mr. Sherlock Holmes. No es extraño, considerando la fama universal del detective.
Se dice que aún hoy, las cartas dirigidas a Holmes al 221B de Baker Street reciben puntualmente una respuesta, aunque nunca lo he comprobado.
Ciertamente me agradaría visitar el 221B e intentar revivir algo de la atmósfera londinense que Doyle supo pintar con tanta maestría.
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