Si visitan Montevideo - y deberían hacerlo alguna vez- es improbable que la visita no incluya un paseo por la plaza Independencia, la principal de la ciudad. Un observador situado en la plaza podrá apreciar un extraño edificio que se yergue como el símbolo incuestionado de la ciudad. Sin embargo, el palacio Salvo, con su inconfundible silueta, no estuvo siempre allí.
En 1916, cuando el joven compositor uruguayo Gerardo Matos Rodríguez compuso una marchita para los festejos de carnaval, el Salvo aún no existía. En una parte del predio que hoy ocupa el edificio, se encontraba la confitería "La Giralda" y fue precisamente allí, en la esquina montevideana de 18 de Julio y Andes, donde el maestro argentino Roberto Firpo ejecutó la obra en público por primera vez. La marchita de Matos Rodríguez se convertiría con el tiempo en el tango más célebre del mundo
Aunque la paternidad de "La Cumparsita" no se discute, existe abundante controversia acerca de la fecha exacta de su primera interpretación pública, así como del mérito que le corresponde a otros protagonistas de la historia, en particular al maestro Firpo, en el éxito posterior del tango.
Más clara es la situación con respecto a la letra de la obra. Matos Rodríguez llegó a escribir su propia versión, pero ésta nunca tuvo mucha aceptación, y el propio autor llegó a admitir que no era muy buena. Más popular fue "Si supieras", la letra compuesta por los argentinos Contursi y Maroni, sin dudas superior a la del uruguayo. De cualquier modo, la mayoría de los músicos reconoce que "La Cumparsita" se disfruta más en la versión instrumental.
Tales controversias, alimentadas en parte por la fraterna rivalidad que siempre existió entre argentinos y uruguayos, sólo contribuyen a aumentar el atractivo del inmortal tango y de su agitada historia.
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